La doctora de Berlín

Aunque esta novela consta de más de quinientas páginas, se lee en un suspiro. Y es que su trama engancha no solo por la acción, sino también por la vida llena de retos que lleva la protagonista, Ricarda.

El primer reto de Ricarda es adaptarse a una vida muy diferente a la que ha tenido hasta entonces en sus trece años de vida. Se suele decir que a lo bueno uno se acostumbra rápidamente, pero desde la posición de nuestra protagonista no es de extrañar que sienta recelo y miedo en una ciudad tan grande como Berlín.

Los siguientes retos que se encontrará a lo largo de su vida eran comunes al resto de mujeres. Ricarda se preguntará de vez en cuando por qué para conseguir algo una mujer tiene que pedir permiso siempre al hombre. La independencia es algo que la mujer ha tenido que ganarse gracias a su esfuerzo durante siglos de la historia de la humanidad, y en este libro podemos ver un ejemplo claro, no solo en la protagonista, sino en el caso de otras mujeres que han querido vivir de una manera independiente en todos los aspectos posibles.

Aunque no dedica muchas páginas a ello, también este libro trata el tema de la violencia ejercida del hombre hacia la mujer, y cómo ante ello hay que hacerle frente unidas. Porque uno de los temas principales de esta historia es la sororidad, el apoyo entre mujeres. Ya desde pequeña, una vez instalada en Berlín, Ricarda aprende pronto lo que es la sororidad gracias a numerosos ejemplos que ve en casa de la condesa pero también en el colegio. Allí entiende que la sororidad es algo que se aprende practicando y que aporta mucho más de lo que creía en un principio.

Aunque el libro en general me ha gustado mucho y su lectura me ha transportado al Imperio Alemán el siglo XIX, creo que han quedado un par de cabos sueltos que me parecían imprescindibles de cerrar. Aún así, me ha parecido una novela bastante completa y muy recomendable.