La noche del profesor Andersen

«Uno debe marcharse pronto si está atormentado por pensamientos de peso»
 
Yo soy de esta opinión y, es más, obro en consecuencia, cada cual tiene su propio tormento como para que yo ande contando los míos a unos y otros, escuchar no me importa, pero relatar, no me va. Es una novela que creo que no se apreciará como se debería, porque invita a la reflexión desde una situación que nos parece clara, un caso que no requiere ningún tipo de duda, pero nos pone en posición de pensar. ¿De qué trata? Aborda el problema de la conciencia. Y por qué creo que no se valorará, porque en frío la mayoría de nosotros sabemos lo que debe hacer Andersen y todo su complejo entramado de pensamientos que tiene tras no hacer la llamada, se juzgará negativamente.
 
«Antes me consideraba una persona que podía usar sus recursos de lleno, por lo que, para ser sincero, me sentía orgulloso. Ahora veo con toda claridad lo limitado que es mi horizonte, y me sorprende no haberme dado cuenta antes. Que me considerase ilustrado y consciente…»
 
Tenemos un pensamiento sobre nosotros mismos, mejor o peor, esa idea que tenemos esta cimentada en muchas cosas, pero sobre todo en nuestros principios y valores, ¿qué sucedería si no cumplimos con ellos? Las decepciones cuando son propias duelen mucho. La culpa y el malestar hacen presencia, e intentamos parchear el bache justificando nuestra decisión, acto…, sobre este punto el profesor Andersen abrirá temas filosóficos bastante interesantes que intenta justificar su no acción. ¿Por qué Andersen no se lo cuenta a su gran amigo? Porque también él le decepcionaría si le dice que hizo lo correcto.
                La trama no es lo más relevante de esta obra, y no es el encanto de ella, es el pensamiento del profesor Andersen, esos pensamientos que nos atormentan. Seguro muchos tras leer esta novela corta diréis esto no sucede, sé de casos que miraron hacia otro lado en accidentes de tráfico porque llegaban tarde al trabajo y luego esto les pasó factura; en el maltrato de género, vecinos que no llamaron; atropellos mortales cuyo conductor se entrega semanas después o asesinatos,y un largo etcétera. Esa conciencia que nos persigue