Una novela diferente. Casi sin argumento pero con una forma de narrar que te atrapa. Frases cortas, muy descriptivas, que van poco a poco construyendo cada capítulo. Como cuando haces un puzzle y desparramas todas las piezas sobre la mesa y poco a poco la imagen va tomando forma. Además el libro huele a sotobosque, a humedad, a montaña. A riesgo de parecer pedante, podría decir que es una narrativa orgánica. Habrá que seguir de cerca a Irene Solà |