Fragua

'Fragua' no ha sido, para nada, lo que esperaba. Es algo que puede pasar cuando coges un libro a ciegas. Y esto no quiere decir que no me haya gustado, lo he leído de un revuelo, pero me ha dejado con una sensación extraña, no sabía que leer Ali Smith era esto.

En una Gran Bretaña posterior al Brexit y terminando de superar la pandemia de la Covid, Sand espera impaciente una llamada sobre la salud de su padre. Lo que recibe, pero, son noticias de una excompañera de universidad que le contará una historia misteriosa, un relato que iremos desvelando poco a poco sobre una herrera que, muchos años atrás, y a pesar de ser perseguida y marcada, era maestra en el oficio de las filigranas del metal.

Ali Smith sabe exprimir las palabras hasta sacar todo su jugo. Su prosa cargada de lirismo es como si bailara entre las páginas, sobre todo cuando habla de la naturaleza, las hadas o incluso de un oficio tan rudo como el de herrero. Sin hablar de su estilo, que con puntos y aparte, minúsculas y elipsis donde le parece, no deja indiferente a nadie.

Un viaje emocionante donde el hilo del destino de diferentes mujeres –Sandy, Martina y las hijas de esta, la herrera, la madre de Sandy, la chica de la bici...– se cruza de forma elegante entre épocas y vidas muy diferentes. Smith pone sobre la mesa el desprecio y la violencia que hemos sufrido las mujeres a lo largo de los siglos, pero también el sufrimiento cuando tenemos una persona enferma, la incertidumbre cuando la pandemia, o el contraste entre un mundo digitalizado y el de cuando se juzgaba a las mujeres por brujas en la plaza del pueblo o entre la carencia de libertad y el vuelo del zarapito. Personalmente, la historia de la joven herrera me ha parecido fantástica, leería todo un libro al respeto.

Repito, a pesar de ser rara, al final todos los hilos se unen y el relato cobra sentido. E igual me he perdido muchas de las lecturas, porque si rascamos tiene un puñado, pero yo me llevo sobre todo la importancia de la educación, que parece que perdemos cada vez más, con lo poco que cuesta decir "hola" o "buen día" cuando nos cruzamos con alguien, aunque no lo conozcamos.