«No comprendo porque no puedo fingir…». Para que algunos no se sientan incómodos, decenas, por no decir, miles o millones de personas tienen que vivir ocultando sus emociones y sentimientos. Hasta hace bien poco a los homosexuales se les perseguía y encarcelaba por la ley de vagos y maleantes, algunas lesbianas terminaron sus días en psiquiátricos, hace treinta y un año la OMS dejó de considerar la homosexualidad como enfermedad mental. Quizá por todo esto o por otras miles de cosas más, Imogen no puede decir «lesbiana» refiriéndose a su hermana, no soporta el romance que mantiene Anthea con Robin, porque de alguna forma la saca a ella del cajón de normalidad, «la hermana de la lesbiana». Y Ali Smith nos propone dos puntos de vista de dos hermanas, Imogen que quiere ser normal, pero ¿qué es la normalidad? Hay una escena, ese bar con Dom y Norm, se me hinchó la vena del cuello, pero sí, no sabe cómo ser ella misma y tiene miedo a la propia identidad. Sus problemas vienen por intentar ser quién no es, siente la presión social y proyecta una imagen de ella idealizada que se ajusta a lo que cree que esperan. Pierde la espontaneidad. Si no nos afecta no importa... Ali Smith no compone un relato normal, es una lectura intensa e interesante, que no se ajusta a un estilo normal…, frases incompletas, largos paréntesis y muchas elipsis, porque volvemos a los de antes, ¿qué es lo normal? Una lectura que he disfrutado mucho. |