Esta novela está escrita en primera persona. Dos personajes principales van contando la historia desde su punto de vista. Es decir, leeremos la misma escena desde visiones diferentes, tal y como lo ha vivido cada uno. Es una novela corta de una doscientas páginas y está escrita correctamente con un aire diría que nostálgico. La historia no me ha gustado demasiado o tal vez la sinopsis me indujo a pensar que sería otro estilo de novela y me he encontrado con algo inesperado que además, no va demasiado conmigo pero sobre todo no ha logrado trasmitirme nada. Lo que me he encontrado es una narración a veces erótica, de narración de fantasías sexuales que no me ha parecido que aportasen demasiado a la trama y que además, se narran sin demasiada pasión, es como una exposición de hechos, más que nada. Por otro lado, me ha parecido contradictorio que esa historia pasada que tuvieron Mark y Lilianne que se supone que es el inicio de su relación fuera tan anodina en una edad en que la pasión es más fuerte y luego en la edad adulta y en el reencuentro fuera tan intensa. He echado en falta saber un poco más de Richmond Hall que pese a estar en el título de la novela es prácticamente inexistente, también el desarrollo de los personajes brilla por su ausencia. No sabemos como pasa Lilianne de ser esa adolescente revolucionada a esa mujer adulta más racional y fría. El personaje de la tía es quizá el más interesante pero no se le ha sacado rendimiento. Veo una completa ausencia de lo que se nos presentó como una relación profesor-alumna que apenas se describe en unas cuantas líneas y esa relación señora de Richmond Hall y el arquitecto de la casa. En definitiva, no he conectado con esta lectura.
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