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Otra de las recomendaciones del programa de cómics Territorio 9, que venía precedido por la calidad de las ediciones de Grafito editorial (el año pasado leí su “Sagrada familia”) y que me entró por los ojos al ver sus ilustraciones.

El cómic nos sitúa en una ciudad asiática sin nombre en la que viven como mendigos muchos veteranos de guerra que, al volver de las contiendas, no tuvieron ningún tipo de ayuda del Gobierno y por ello han pasado a ser sin techo. A esto se le junta que deben tomar medicación para calmar la ansiedad y poder dormir por las noches, como es el caso de Jun, la protagonista, que vive aislada de los demás y está enganchada a las pastillas para poder frenar el tembleque de sus manos.

Jun, lejos de ser una heroína, es un claro ejemplo del tema que trata principalmente el cómic, el Trastorno de Estrés Postraumático (de ahí el nombre, por las siglas en inglés), que al parecer padecen unas 7 de cada 100 personas y no siempre fue una enfermedad diagnosticable. Pero hay cierto halo de esperanza, algunas personas a su alrededor tratan de ayudarle, como la chica que lleva el puesto de fideos en el mercado o el anciano, también veterano de guerra, que ha encontrado en los animales la terapia que necesitaba para superar su trastorno y que será quién ceda Red a Jun, el perro que le acompañará a lo largo del cómic.

Mientras trata de acabar con las mafias que se aprovechan de la adicción de los veteranos, Jun redescubrirá su capacidad para curar y cuidar a los demás, y será gracias a esta posibilidad que habrá cierto halo de redención para ella.

Sin desmerecer a la historia, que también está fenomenal, lo que más me ha gustado del cómic ha sido su dibujo y el tratamiento del color que hace, muy especialmente el trabajo que hace Singelin con la arquitectura y las localizaciones, ¡una auténtica pasada! Sin duda es un cómic que recomiendo.