Ésta es una novela poética; una narrativa bella que nos sumerge en la ensoñación a pesar de un mundo hostil y caótico. Es una historia que subraya la nobleza de la amistad, el poder de los libros y la inocencia de la juventud. Si bien no he leído mucha literatura japonesa o china, siempre que lo hago me sucede lo mismo: es entrar en un mundo donde el tiempo se detiene, como escuchar el rumor del agua de un arroyo, sin ningún otro ruido interrumpa. Es maravillarse al levantar la cortina y mirar los movimientos delicados de los personajes que viven una vida ordinaria con valores extraordinarios. Balzac y la Joven... no es la excepción. La historia transcurre en la China de los años setenta, e inicia con dos jóvenes siendo enviados al campo para reeducarse y borrar cualquier comportamiento del mundo burgués de su forma de vida. Mientras en esa época, casi todo el mundo vivía una revolución cultural (la música, los derechos humanos y de la mujer, los hippies), los dos personajes, el narrador y su amigo Luo, son enviados a los confines de China. Forzados a trabajos arduos, muy pronto encuentran dos razones para aliviar el tedio y la pesadumbre: el descubrimiento de una maleta llena de libros prohibidos -por ser occidentales- y la joven costurera, quien despierta el interés de ambos jóvenes. De ahí, la vida que de otra forma hubiera sido intolerable, se torna llena de aventuras: no sólo las que ambos pasan por conseguir la maleta con el preciado tesoro, sino también por los sentimientos que experimentan los muchachos -miedo, emoción, amor, rabia, coraje. Otro gran acierto del libro (en mi opninión) es que, paralelo a la vida de los jóvenes, sin palabras o discursos incendiarios ni políticos, Sijie retrata de manera precisa la brutalidad del régimen de Mao, sus injusticias y su represión. Finalmente, esta novela es un homenaje bellísimo a los libros: a pesar del confinamiento, del temor, de la separación o pérdida del ser amado, la lectura proporciona una vía de escape, para vivir en y por otros lo que la situación actual no permite. La vida de los protagonistas de esta novela refleja, ni más ni menos, la libertad que nos permite alcanzar la ficción. |