Fuki-No-Tó: La granja de Atsuko

Cuarto libro de la pentalogía de “La sombra del cardo” en el que de nuevo cambiamos el punto de vista, siendo la narradora Atsuko, que es la mujer de Mitsuo, protagonista del primer libro de la serie.

Ya en “Azami, el club de Mitsuko” conocimos de refilón a Atsuko, la cual marchaba todos los fines de semana al campo desde Nagoya para cuidar la finca agrícola familiar hasta que decidió mudarse allí definitivamente para llevar una vida más rural. A pesar de no haber sido un varón, Atsuko ha amado siempre el trabajo que realizaba su padre allí, de modo que su decisión de trasladar la familia al pueblo es totalmente lógica, más aún cuando su matrimonio acababa de superar el lío que tuvo Mitsuo (su marido) con Mitsuko, la que fue su amiga del colegio.

Mientras Mitsuo ha fundado su propia revista especializada en la región en la que se encuentran, Atsuko regenta la finca resolutivamente, lo cual hace que el negocio vaya tan bien que necesite contratar a alguien para ayudarla. Tras varias entrevistas telefónicas fallidas, finalmente decide darle una oportunidad a la candidata seleccionada previamente por su marido, que resulta ser Fukiko, una conocida del pasado de Atsuko que desapareció repentinamente cuando más estrecha se estaba volviendo su relación…

El trabajo juntas va viento en popa, pero su reencuentro supone un importante terremoto emocional para ambas. Fukiko se encuentra en proceso de divorcio de su marido, con el que ha mantenido siempre un matrimonio de conveniencia para ocultar su verdadera identidad sexual. En su época de instituto Fukiko contactó con Atsuko, que le atrajo desde que la vio en el tren con sus amigas, y ambas mantuvieron un intercambio de cartas a través de un cuaderno que se iban pasando cada cierto tiempo puesto que no iban al mismo instituto. Cerca de un año después Fukiko dejó de dar señales porque su familia decidió casarla con un amigo de su hermano, y para Atsuko esa vivencia había quedado en el pasado hasta hoy. Un ansiado viaje a la isla de Sado hará que todo aquello vuelva a resurgir, porque ya sabéis que donde hubo fuego siempre quedan ascuas, y Atsuko deberá tomar una decisión.

De nuevo he leído el libro con auténtica fruición (esta autora tiene la capacidad de engancharte y no soltarte), y si bien me ha gustado bastante la historia también me ha parecido poco creíble por la relativa sencillez con que sucede todo. A pesar de la suspensión de la incredulidad que debemos hacer al leer, hay veces que algo chirría porque el relato parece querer llevarte a lo real, y, siendo así, hay piezas que deberían encajar.