Frankenstein o el moderno Prometeo

Olvidaos de la concepción de la cultura pop de Frankenstein. No es una historia de terror al uso, con sangre y sustos (bueno, sangre tiene, pero ya me entendéis). Es un relato sensible y crudo que trata temas de los que podríamos debatir durante horas.

Frankenstein habla de la responsabilidad de nuestros actos, de las posibles consecuencias de jugar a ser dios, de la justificación (o no justificación) de la venganza, de lo diferente, nos habla de hipocresía.

Mary Shelley nos consigue meter en la piel de sus personajes y vivir su angustia como si fuese nuestra. Nos hace comprender a todos y cada uno de ellos y observamos, gracias a su narrativa tan profundamente humana, cómo las circunstancias los moldean hasta ser unos verdaderos monstruos. Y no hablo únicamente del ser que crea Victor Frankenstein. Porque esa es otra pregunta interesante de esta novela. ¿Quién es realmente el monstruo?

Como consecuencia, la autora hace un llamamiento a la bondad humana, a responsabilizarnos de nuestras acciones. A ser mejores personas con nuestros congéneres.

Lo mejor es el personaje del monstruo. Lo no tan bueno es que algunas partes son tediosas y no aportan demasiado a la trama.

Frankenstein es absolutamente recomendable tanto si estás interesadx en la literatura clásica como si no. Ármate de papel y boli, porque tiene un par de lecciones vitales muy interesantes (a pesar de ser una novela del siglo XIX). Y si te gusta el terror gótico, te encantará su ambientación.

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