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Crítica de EmilianoPD


EmilianoPD
22 August 2021
Mary Wollstonecraft Godwin Shelley tenía 19 años cuando, rodeada (como siempre estuvo) de la más gloriosa compañía de su tiempo, concibió una de las historias más aterradoras y fructíferas de la historia del género humano; no hay hipérbole en esto. Punto.

Enclavada en el romanticismo y la experiencia de lo sublime frente a la naturaleza, y aliada con las más fecundas preocupaciones ante el inicio del arrollador dominio de la ciencia, Mrs. Shelley nos plantea un relato sobrecogedor y terriblemente evocador en el contexto de las revoluciones que traerán el fin del mundo antiguo, el mundo que conocían los grandes clásicos; nuestro mundo que alumbrará una mitología y unas creencias, una Weltanschauung galvanizantes del antropoceno en el que vivimos y luchamos.

Una historia enmarcada dentro de otra historia dentro de otra historia: la conmovedora búsqueda de la innominada criatura por la compasión y el amor, la tragedia de Víctor Frankenstein llevado por su orgullo e imprevisión, la estremecedora exploración de las aguas heladas, la justicia, la culpa, la desolación.

Dos siglos, siempre viva, aliento poderoso. Un libro imprescindible donde lo haya, y sorprendente aún para los muchos que conocíamos las múltiples versiones cinematográficas... pero no la voz del Monstruo.

(Elizabeth): "resulta ciertamente más digno ganarse la vida cultivando la tierra que siendo confidente y algunas veces cómplice de los vicios de otro, porque esa es la tarea de un abogado. Yo dije que la ocupación de un granjero próspero, si no era más honrosa, era al menos una ocupación más feliz que la de juez, cuya desgracia es estar enfangado siempre en la cara más oscura de la naturaleza humana. Mi tío sonrió y dijo que yo misma debería ser abogada, con lo cual se puso fin a nuestra conversación sobre aquel asunto.(...) la ignorancia, que es el sacrificio de la dignidad de un ser humano."

"Me di cuenta de que las palabras que decían a veces producían placer o dolor, sonrisas o tristeza, en el pensamiento y el rostro de quienes las oían. En realidad, parecía una ciencia divina, y deseé ardientemente adquirirla y conocerla." (...) "¿dónde estaban mis amigos y mis parientes? Ningún padre había visto mis días de infancia, ninguna madre me había bendecido con sonrisas y caricias; y si existieron, toda mi vida pasada no es ya más que una mancha, un vacío oscuro en el cual me resulta imposible distinguir nada. Desde mi primer recuerdo, yo había sido como era en esos momentos, tanto en altura como en proporciones. No había visto a nadie que se me pareciera ni que quisiera mantener ninguna relación conmigo. ¿Qué era yo?"
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