Es una historia que me encantó hace años y fue uno de los primeros clásicos que leí y que, en esta ocasión, he apreciado incluso más, al conocer la figura de Mary Shelley y ser capaz de apreciar mejor los tormentos que nos presenta. Frankenstein es una crítica implacable al pensamiento y los logros científicos que no caminan de la mano con la moral, el deber y el respeto por lo desconocido. Consigue recrear a la perfección el prototipo de hombre científico obsesionado con las posibilidades, orgulloso y arrogante, que no es capaz de ver más allá de lo que es prioritario para él, ya sea crear vida o vengarse destruyéndola. Al mismo tiempo nos regala un personaje que encarna la inocencia desengañada, el dolor, la marginación y la injusticia. Un personaje con una evolución fuerte y que, a pesar de los cambios que sufre, nunca deja de representar la desazón de la soledad y las consecuencias de "jugar a ser Dios". Me fascina la historia y me fascina como surgió en la cabeza de la autora y los tintes autobiográficos que contiene. |