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Crítica de Forolibro


Forolibro
08 December 2020
– GUSTARÁ:
A los amantes de las obras ágiles, telegrafiadas en ocasiones, y de fácil digestión lectora. Pequeñas píldoras o fotografías de un caminante en medio de una tormenta que le supera, pero que no abraza la opción de no dar el siguiente paso hacia su incierto destino. Será también del interés de los que estén recogiendo o hayan tenido que barrer sus almas rotas de trasquilones y harapos desgastados en una lucha que no podían ganar pero que, aún así, siguieron intentando derribar un muro a cabezazos.

– NO GUSTARÁ:
A los lectores de formato de novela tradicional donde el hilo narrativo y la sucesión de los acontecimientos están delimitados por la lógica cronológica del espacio/tiempo. Tampoco será del interés de aquellos que se alejan de las lecturas en las que los líos amatorios, los encuentros, desencuentros, bienvenidas fogosas y despedidas de aeropuertos son el eje principal del relato. Aquellos que solo entiendan las relaciones humanas y sentimentales desde una óptica cerrada no encontrarán aquí su libro.

– LA FRASE:
“Así que, con mi falta de madurez, recibo tu clase magistral acerca del buen hacer y, sobre todo, del buen decir, y aprendo contigo pinceladas de semántica moderna en las que me enseñas que un significa . La infinita sabiduría de tus clases de interpretación me ha servido, además, para comprender por mí mismo las derivaciones del lenguaje, ya que un es realmente un ”.

– RESEÑA:
Hoy traemos para reseñar: La calma luchada, de Sergio Bero. Una novela fragmentada en relatos, unos relatos rotos en sentimientos, unos sentimientos que parten el alma del protagonista. Escrito en primera persona, narra la epopeya amatoria y relacional de un hombre que escala y colecciona promiscuidades pero que cae de nuevo por una ladera empinada a un mar de dudas, desapegos, incoherencias e inseguridades. El autor nos muestra a este Sísifo del siglo XXI que lucha contra sí mismo y contra gigantes imaginarios disfrazados de hercúleos compañeros de fatigas de catre. A lo largo del número mágico 69, vamos recorriendo un sinfín de situaciones y sucesos vitales que irán curtiendo de cicatrices y piel escamada -y espabilada- el alma de un protagonista anónimo que solo quiere encontrar su sitio en el mundo. A colación nos viene a la cabeza la frase de Haruki Murakami: “Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro de si la tormenta ha terminado realmente. Aunque una cosa si es segura, cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella”. Pero claro, en mitad de la tormenta, nadie es capaz de encontrar el rumbo. En su incapacidad no sabe ni leer la brújula para no desnortarse. Solo tocando fondo, podrá impulsarse desde el suelo limoso hasta la superficie. Es a lo largo de esta diáspora interior, cuando el protagonista aprenderá las lecciones suficientes para arrancarse las flechas de San Sebastián y abrirse a un nuevo horizonte matutino.

La calma luchada se ofrece a la recompensa esperanzadora de aquel valiente que ha batallado, a veces en superioridad, a veces en inferioridad y, en ocasiones, sin armas. Pero siempre mirando de frente al enemigo: que le reta, que le susurra cantos de sirena, que se aprovecha de él, que le pone como escudo humano y víctima de peleas de terceros, que le promete la luna pero que solo le invita a un par de gintonics, que juega con la cartas marcadas, que se regodea de que sus flores son las más resplandecientes, que le avisa de que su sonrisa no podrá encontrarla pegada a ninguna otra cara o que le asegura que su aroma no se puede contener en un frasco de Channel nº5. Esta novela retrata la búsqueda íntima y personal como Ars Vivendi, donde el camino gana a los puntos a la meta, la toalla se tira solo si está sudada y la lona se besa, únicamente, en caso de emergencia y desesperación máxima.

A lo largo de la presente obra, siempre que el lector empatice con los sinsabores que le ocurren al protagonista, seremos testigos de una montaña rusa con subidas, bajadas, vueltas y retuertas aglutinadas en pequeñas grajeas informativas. Estos vaivenes se componen de una amplia variedad de relatos: unos más extensos, que suelen coincidir con los primeros de cada etapa o asalto, y otros más escuetos y telegráficos. En todos ellos encontraremos las piezas del puzle de la armadura del protagonista. En los más extensos entenderemos las razones que esgrime para justificar sus sentimientos con vistas a la galería y a sí mismo. En los más reducidos encontraremos trazas, aromas y notas de la cotidianidad de un ser sufriente que sigue caminando, incluso cuando el mundo se le cae encima. En lo efímero encontraremos fotografías de tiempos revueltos, meteduras de pata fruto de la tensión del momento, decisiones erróneas, alocadas e irreflexivas como la vida misma, desintoxicaciones de la droga de la mirada ausente de quien le erizó los vellos de la nuca pero que ahora reniega de un tiempo pasado de vino y rosas. En definitiva, el autor plasma en 69 relatos una suerte de diario personal de presencias y ausencias, de esperanzas y collejas a destiempo, de trenes que parten, líneas telefónicas rotas por el temporal, ruedas de maletas que escapan a trompicones entre la neblinosa madrugada adoquinada, sábanas que se enfrían al son que canta el mediodía y cepillos de dientes que duermen el sueño de los justos al ser abandonados en un piso de alquiler que antes compartían dos almas.

Paralelamente a todos estos acontecimientos, el protagonista intenta compaginar su incipiente carrera de escritor de éxito con la ferocidad y la pulsión personal en sus escarceos sentimentales. Ambos mundos de ficción y fantasía le llevarán por caminos que no sabía que fueran transitables. A lo largo de cuatro asaltos de una pelea cuerpo a cuerpo, el protagonista aprenderá a encajar los golpes. Abrirá la caja de sus recuerdos, se tatuará la condensación de que lo que fue y de lo que es. al tiempo, historias paralelas, circunnavegarán al protagonista, retándole en la distancia, a sumar puntos de vista de terceros que, al igual que él, siguen su desigual suerte en el coso taurino de la vida.

Con un tono práctico, cercano, de ágil y fácil lectura, próximo a corazones rotos, soñadores y en tiempo de costuras, La calma luchada se presenta ante el lector como un combo reivindicativo de la libertad de experimentar, equivocarse y acarrear con la responsabilidad que comporta el eterno juego del tira y afloja.

Una vez esparcidas las cenizas, es el momento de que el Ave Fénix de un golpe sobre la mesa.
Enlace: https://forolibro.com/2020/1..
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