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Este libro, basada en una historia real, nos lleva por un recorrido por varias ciudades y pueblos costeros de Japón, así como de un lado a otro a lo largo de las décadas. Es una historia de traición, las peculiaridades del sistema legal de Japón y, sobre todo, el amor. Es romántico y trágico y me recordó lo que es leer Romeo y Julieta, sentirme triste por la felicidad de los amantes porque ya sabes que están en un camino que no lleva a nada. Sumiko era una niña de siete años cuando su madre, Rina, murió. Su abuelo la ha criado y ella siempre ha entendido que su madre murió en un accidente automovilístico, pero décadas después, cuando Sumiko ya es adulta y abogada, una misteriosa llamada telefónica la inspira a revisar el caso en busca de la verdad. Kaitaro es un wakaresaseya, uno de toda una industria dedicada a romper parejas, y fue contratado por el padre de Sumiko (Sato) para involucrarse con su esposa, Rina y fortalecer su procedimiento de divorcio. Kaitaro y Rina se enamoraron, pero sin darse cuenta de la verdadera profesión de Kaitaro y la razón de estar en su vida, luchó por equilibrar su amor y su sentido del deber con su familia. Quieren comenzar una vida juntos, junto con la hija de Rina, Sumiko, pero su relación se ve amenazada por las mentiras que Kaitaro le ha contado sobre cómo y por qué se conocieron realmente.
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