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Nuestro hogar es nuestro espacio seguro. Aquel en el que nos desconectamos del mundo exterior, en el que no hay peligro. En este libro, la autora toma este concepto y le da un giro, convirtiendo estas casas en un espacio enrarecido, opresivo, casi onírico. Siete casas vacías es una colección de relatos extraños e intimistas en los que los protagonistas se enfrentan de una manera u otra a sus miedos. Es de carácter profundamente atmosférico, que ofrece una narración pausada y que se recrea en sensaciones que se van retorciendo conforme avanza el relato. En estas casas confluye lo cotidiano con multitud de temas que nos hacen preguntarnos sobre la existencia misma, que nos recuerdan que somos muy pequeños. Como he adelantado antes, lo que más me ha gustado es cómo usa esa dicotomía de la seguridad de la casa para enfrentar a los protagonistas a su propia realidad o a esconderse de ella. al final, esas casas terminan siendo una manifestación de su mundo propio interior, convertido en algo físico, palpable y que cada vez se va volviendo más... inquietante. Es un libro que da lugar a mucha interpretación personal, por lo que poco os puedo hablar más que de lo que yo he experimentado. No sé por qué, estoy segura de que cada persona experimenta esta lectura de manera muy distinta. Personalmente, no he terminado de conectar al 100% con esta colección, pero no puedo negar lo curioso e intrigante que resulta el estilo de Samantha Schweblin y el ambiente que consigue crear: el de una sensación de peligro latente que nunca termina de eclosionar. |
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