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Empiezo diciendo que este libro no ha sido para nada lo que me esperaba. Una historia adictiva, de esas que cuesta dejar de leer. Nos encontramos con un escenario idílico: una familia y su adorada hija, Alena. Un vecino, Octavio, se muda a una de las casas colindantes y es cuando comienza el infierno para esta familia. Una historia contada a dos tiempos: pasado y presente, algo que agradezco, ya que es mucho más fácil poder empatizar y ponerse en el lugar de los protagonistas teniendo varios puntos de vista. Llegará un momento donde detestemos (incluso llegaremos a odiar) a Octavio. Sufriremos por la pequeña Alena, la cual sigue viviendo su fantasía de muñecas, dulces y horas del té. Una niña con una infancia hermosa, querida y amada por los suyos, protegida y arropada. La infancia de los niños es algo sagrado, algo que debe ser protegido a toda costa, algo que ningún otro ser humano tendría que arruinar. Un secuestro tendrá lugar y una familia sufrirá, os aseguro que no vais a poder dejar de leer hasta conocer el desenlace. Esta obra es el final de una trilogía de la autora llamada “Enfermiza Obsesión”, tengo mucha curiosidad por leer los otros dos. Como parte negativa, puedo decir que la autora al ser latina, tiene ciertas expresiones que pueden sacarte la lectura, pero nada demasiado exagerado. Os lo recomiendo si queréis leer un thriller adictivo que se devora en pocas horas. |
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