No me llames loco, no te llamaré idiota

Los protagonistas de No me llames loco, no te llamaré idiota no solemos encontrarlos en la ficción, y eso es básicamente porque tampoco suelen ser protagonistas en la vida real.

Jorge es un joven que tiene una enfermedad mental crónica y Adrián es un hombre maduro con discapacidad intelectual. En esta novela lo que vamos a encontrar son sus pensamientos, sentimientos y recuerdos más íntimos, ya que lo que tenemos en nuestras manos son sus diarios personales.

El libro está estructurado en capítulos cortos. Cada uno de los capítulos corresponde a un día concreto y las voces de Adrián y Jorge se van alternando para contarnos ese día. Algunas veces serán acontecimientos personales y otras ambos narrarán el mismo hecho cada uno desde su punto de vista.

Existen tantas realidades a nuestro alrededor que desconocemos, presuponemos y prejuzgamos que cuando encuentro alguna de ellas en ensayos y novelas para mí es todo un disfrute y algo muy instructivo. Esta novela es así ya que, pese a ser ficción, es completamente creíble y narra situaciones que sin duda suceden a nuestro alrededor. Es una historia llena de optimismo, sensibilidad y ternura que no está exenta de momentos dolorosos y que nos harán replantearnos cómo la sociedad (y nosotras) tratamos a los “otros” a los “raros” y “diferentes”, en resumen: a los que se salen de lo normativo. Con lo dicho hasta ahora es fácil adivinar que también hay una carga de crítica social entre sus páginas; crítica al tratamiento que las instituciones y la sociedad en general dan a la discapacidad y a las enfermedades mentales: la sobremedicación, la institucionalización, la sobreprotección y el paternalismo…cosas todas ellas que impiden a las personas que se encuentran en estas circunstancias desarrollarse de manera plena y en igualdad de oportunidades con el resto de las personas.

Me encanta el respeto que se respira en cada página, la emoción (de llorar) que a veces he sentido, las risas que mediante el humor provocan algunos fragmentos y que quitan un poco de carga emocional, pero sobre todo lo que me ha gustado es que los protagonistas hablen en primera persona de sí mismos, que sean ellos los que nos cuenten qué les pasa y qué sienten, no que sean otros los que hablen por ellos sin saber de qué hablan. La capacidad de la autora para crear dos voces tan tan diferenciadas y tan reales es algo que me impresiona. Haber sido capaz de crear dos personajes tan distintos y llevarlo a cabo en todas sus facetas: lenguaje, experiencias, maneras de expresarse, maneras de ver la vida y de vivirla… es algo que me parece muy complicado y Cristina lo ha conseguido con sobresaliente.

Espero que os animéis a leer esta novela, porque de verdad que es una maravilla maravillosa y merece muchísimo la pena.