Santolaya reflexiona sobre el peso de una sociedad que encasilla y señala y carga sobre las mujeres el mayor de los pesos: el de una diferencia que asfixia y condena sus cuerpos. Ser hija, madre y esposa, ser una mujer madura y responsable en la juventud, y una eternamente joven en la vejez. Y lo hace a través de un puñado de mujeres de diversas generaciones a las que viste con ropajes estereotipados y ubica en la misma ciudad de provincias: Carmenchu, Ainhoa, Trini, Raquel, Ane, Nina y su madre... Todas ellas representan diversas caras de lo que es ser una mujer y enfrentarse a los juicios por no querer ser madre, por ser más joven que la pareja si esta es un hombre, por decidir seguir sola. También todas ellas muestran lo que no ocultan, o lo que callan resignadas hasta que el inevitable 'clic' activa la bomba.
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