Rebeldes

Día de teatro. Calma tensa en una Roma que empieza a partirse en dos. El adolescente Cneo Placidio se aburre con su educador. de repente aparece él. Su ídolo. Tuerto, músculo puro, seguro de sí mismo.

Quinto Sertorio intercambia palabras aduladoras con nuestro joven narrador. A su edad, creencias, ideales y héroes se viven con intensidad y rebeldía.
Y esos ojos que hoy brillan, nos enseñarán que la épica, la lucha y la gloria traen consigo, como perro fiel, a la devastación.

Mario y Sila se disputan el imperio en la ciudad eterna. Las águila de los estandartes lloran. Sus hijos llenan la tierra que les vio nacer de sangre, de últimos suspiros y de muerte. Así ha sido siempre una guerra civil.

Un vencedor. El honor tiene la maldita costumbre de vestirse con los ropajes de la derrota y alimentarse de viudez y orfandad.

Sin embargo en Hispania un proconsul se niega a aceptar el mando de Sila. Declarado prófugo y en rebeldía, se iniciarán las guerras Sertorianas en una tierra llena de distintos pueblos incapaces de unirse entre sí. Bendita España. Triturados por extraños que devastan nuestros pueblos por culpa de la envidia y la rivalidad regional. No aprendemos.

Sila y su "senado" enviarán legiones comandadas por inútiles para derrotar a un Sertorio hábil, inteligente. Capaz de seducir a sus soldados y resistir en las condiciones más precarias.

Hasta que llegan Metelo Pío, el joven Pompeyo y Valencia, y entonces...

Surge un nombre, y el de algún pariente suyo, por todo lo que hace más de 2000 años ocurrió en mi amada ciudad.
No es otro que el del autor de esta magistral novela. Pedro Santamaría.
El Cántabro está inmenso, no solo por desaparecer de una historia, sino por cómo la narra y la trenza.

Su prosa, aparentemente sencilla, está envenenada de reflexiones hechas por sus imperfectos personajes que dotan a la obra de una calidad extraordinaria.
De esas que te hacen parar e hinchan tu pecho de gozo y que me obligan a decir lo que de él nunca he dicho en una reseña.
Pedro, eres un genio.

Rebeldes es un libro que se sirve de la historia para crear literatura. En mayúsculas. Y ante esto, solo puedo rendirme y gritar:
¡Gracias!