No todos buscamos una media naranja

Soy un nosotras fabuloso

Índigo, boxeador y último campeón del circuito de boxeo. Fiona, su mejor amiga, periodista y la novia del hijo del presidente. Ambos acuden a la típica fiesta del instituto ‘x' años después. En ella, pasan cosas y estas saltan a la prensa porque Fiona es la novia del hijo del presidente, pero es que Índigo aparte de ser boxeador, es homosexual y, aunque en el mundillo se sabe, un escándalo siempre viene bien. Así es cómo descubre Índigo Michaels que es un personaje público y que eso le traerá consecuencias tanto positivas como negativas. Además, hay un par de hombres que le traen loco… Además de Fiona, claro.

En este sentido el protagonista nos lo va a dejar muy claro, él y Fiona son un todo, amigas que se apoyan y que se complementan. Índigo tiene clara una cosa, antes que no ser él, que someter o someterse, prefiere ser un nosotras, porque en ese ‘nosotras' él siempre será quien quiera ser y así lo vemos a lo largo de todo el lío que se le viene encima.
Este lío que lanzará la novela a una trepidante cuenta contrarreloj en la que nuestro protagonista tendrá que tomar decisiones de un montón de cosas sobre su vida. El trabajo, sus relaciones amorosas, e incluso sus amistades, se verán revueltas debido al escándalo organizado en torno a la portada que la prensa saca de esta fiesta. En este recorrido que hará el protagonista se planteará cuál es la opinión pública y la aceptación de la homosexualidad, los estereotipos de género y la necesidad de tener iconos que ayuden a la difusión de la diversidad.

Todos los tipos comprensibles

Otra de las cosas que me ha gustado de la novela, aparte de dejar claro su propósito y los jaleos de su protagonista, han sido los personajes masculinos. Creo que cada uno en su rol está perfectamente bien construido y que se ajusta a lo que el narrador quiere de él. Frente a los femeninos que son meros figurantes (exceptuando a Fiona, claro), los personajes masculinos representan las diferentes perspectivas ante la propia homosexualidad: Índigo y la aceptación y exposición, Samuel y la ocultación y exposición abrupta… Todos.

Me ha gustado sentir que podían ser personas de mi día a día, que no conozco, a lo mejor, pero que están a mi lado. Y, de nuevo, esta es una de las cosas más importantes que a mí me ha aportado el libro, la normalización de las circunstancias. Puedes ser un unicornio con patas, llevar chaquetas de flores o espolvorear purpurina al mundo, pero da igual, formas parte de él.

Además, ya desde el título nos encontramos otra de las ideas que nos va a querer transmitir la novela, en este caso sobre las relaciones «románticas». No es solo que no queramos una media naranja, en el sentido de que prefiramos «otra fruta» sino que a veces simplemente preferimos estar solos. Y para mí es la gran lección que da la novela, en numerosas ocasiones hemos encontrado a personas que no saben estar solas y lo que creo que se debería comprender es que tú estás solo y si tú, ser externo a mí, quieres estar conmigo y yo contigo perfecto. No deberían existir las parejas «siamesas».

Divertido, ágil, fabuloso

Creo que la mejor palabra que define a la novela es fabulosa. Me encanta esa sensación, de control pero descontrol, de histeria controlada y de situaciones al borde de un ataque de nervios. Me parece que la autora ha conseguido imprimir de un carácter propio a todas ellas, gracias a una prosa segura de sí misma, ágil y divertida. La historia se lee en un suspiro y ya sea porque tenemos un gran cotilla dentro, o porque Índigo nos enamora, no somos capaces de despegarnos de sus páginas. ¿Quién necesita una naranja cuando puedes querer un plátano o un kiwi o los dos o el Caribe entero?! Espero que os atreváis y os guste.
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