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Un final a la altura de las expectativas, tal y como recordaba. Un final que, con todo, deja aún secretos por desvelar. Se nota que Sanderson no es ningún revolucionario, y la religiosidad del autor transpira a lo largo de todo el tomo. Su alegato final creo que puede ser problemático por su defensa ecléctica de todas las doctrinas. De hecho, creo que es su entrega más personal (al menos en lo que refiere a lo directo de su pensamiento político). La crítica en torno al autoritarismo es claro. Tanto de corte típicamente stalinista (representado por el Ciudadano ) como ¿bonapartista?¿cesarista?¿imperial? (presentado en Yomen). En general, un libro fantástico de leer y aún más interesante de pensar. No olvidemos que siempre hay un secreto más que descubrir. |
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