Los chicos

Solemos evitar hablar de la muerte. Es uno de esos temas que nos estremece, del que preferimos mantenernos en cierto modo apartados. Como si evitando verbalizar las fúnebres consecuencias que supone su abrazo pudiéramos alcanzar el tan ansiado talismán que llevó a la locura a los viejos alquimistas. Nos mentimos negando la naturaleza misma de ese momento que tarde o temprano nos unirá a todos, que universaliza a la propia condición humana. Ese instante que desnuda a los disfraces que creamos con la esperanza de poder camuflarnos de su presencia y negar todas las directrices que el propio Poe y de su danzante doncella roja nos enseñaron.
Sin embargo, cuado uno es capaz de asimilar que tarde o temprano la muerte paseará a nuestro lado, cabe la posibilidad de que asimilemos la oportunidad de olvidarnos de ella, de dejar el miedo para dar paso a la conciencia de lo que en definitiva es la vida. Una suerte que solo tienen los vivos, a su entera disponibilidad desde el momento en que asumen las reglas de su efímera existencia.
Con una premisa tan potente como es la muerte de dos hermanos en un trágico accidente de circulación, Los chicos nos presenta la historia de cuatro personajes que se sienten perdidos. Incapaces de asumir la realidad del mundo que les rodea, estos cuatro fantasmas se alejan de cualquier tipo de reflexión que cuestione su conciencia, inventando alternativas que les puedan proporcionar una salida fácil a su rutina, a sus errores, a su razón de existir. de una manera fluida y juguetona, Toni Sala nos invita a un escenario en el que actúan esos personajes mostrándonos fragmentos de unas vidas que, en apariencia, están distanciadas de las otras pero que inevitablemente terminarán por cruzarse.
Algunos de ellos se dejarán llevar por la propia inercia del día a día, otros se alejaran de aquello que mas quieren y el resto, tan solo se limitarán a negar las evidencias y las funestas consecuencias que implica lidiar con su propia desesperanza. Sea como sea todos ellos tratarán de sobrevivir intentando esconder la terrible realidad que les atenaza guiándoles a través de una vida que les resulta extraña.
Este contexto proporcionará a Sala las herramientas para invitarnos a recorrer las mente de estos cuatro personajes, los cuales reflexionarán acerca de temas tan esenciales como son la vida y la muerte, las relaciones humana, la familia, la amistad, el dinero, las tierras y todo tipo de cuestiones que definen su razón de ser.
Aun así, Sala se desprende del nihilismo de sus personajes apostando por la conciencia de que aun estamos vivos y que debemos seguir adelante pese a todas las adversidades. El aroma cercano que se emanan de los claveles, las rosas y los gladiolos son olores que nos reconfortan y distraen a nuestros sentidos. Pero también forman parte de las terribles coronas que recuerdan a los seres queridos que ya no se encuentran entre nosotros. La dualidad entre la vida y la muerte tiene esa fascinante virtud de poder reflejarse en su opuesta, por lo que Sala nos habla de la muerte para recordarnos a la vida ya que, como dice en Los chicos, los muertos están enfadados con nosotros por olvidarnos de vivirla.