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“Si bien y el mal habitan en los hombres, desafiando su paciencia ante injusticias y agravios, el diablo no siente ese tironeo, y es capaz de una maldad que va mucho más allá de lo humano.” Cuando recién vi la sinopsis me llamó muchísimo la atención, porque prometía tratar algunos temas interesantes como lo son los cultos, la religión y el entorno controversial que gira alrededor del catolicismo. Incluso la nota de la autora que se encuentra al inicio del libro me hacía tenerle fe, porque contaba de forma muy interesante las idas y vueltas de Patricia con la religión, y como está al mismo tiempo fascinada y extrañada por la misma, convirtiéndola en “[…] una atea miedosa que busca sin rendirse esa paz que sienten los creyentes.” Lamentablemente, la novela no me pareció tan interesante como los agradecimientos… Nos vamos a un convento en Buenos Aires, Argentina donde una novicia aparece brutalmente asesinada con marcas en su piel grabadas a fuego. El misterio cae en que este lugar es infranqueable por sus medidas de seguridad, nadie puede entrar ni salir, por lo tanto, el o la culpable tiene que ser alguien del círculo. Acá es cuando entran en pantalla el comisario Víctor Obineta y la hermana María, que juntos intentarán descubrir las respuestas a un crimen tan violento perpetrado a una persona querida en la comunidad. Desde un principio se hace evidente que las marcas que lleva la novicia tienen carácter religioso e inmediatamente atan cabos con cultos relacionados a la religión. Esto es lo que me llevó a querer leer el libro, porque estos siempre fueron temas que me interesaron, con solo decirme “grupos en las sombras” a mí ya me tienen metida. Mi principal problema creo que está en la forma de escribir de la autora. La narración se me hizo muy densa para el género que apunta. No había momentos en los que no pudiera soltar el libro por lo interesante que se ponía, sino que estaba constantemente esperando que pasara algo. Mi primer comentario hacia el libro fue “van más de 100 páginas y siento que voy por la 10”, porque todo era demasiado introductorio. Algunas cosas incluso sentí que estaban para rellenar; esto a lo mejor en un thriller puede llegar a ser necesario porque hay que despistar al lector e intentar armar un buen caso, pero no creo que haya funcionado tan bien acá. Por otro lado, la forma en que están tratados los “trapos sucios” de la religión me parece que ya fueron muy vistos: la homosexualidad, los abusos, incluso los exorcismos se pasan por arriba y de forma estereotipada, creo que para ser vistos así, es mejor no traerlos a la trama directamente. Ninguno de los personajes me hizo sentir un mínimo de empatía por ellos. Con ninguno pude conectar ni simpatizar, no los vi verosímiles ni como personas ni como parte del contexto para la trama. Ya que hablamos de personajes, el punto de vista del comisario Obineta viene con una subtrama que, si bien tiene que ver con cómo se desarrolla el final, me pareció metida porque si y creo que sin ella la historia podría haber tenido 50 páginas menos y haber terminado igual. Como último detalle a tocar, el final me pareció re apresurado. de repente ya sabían quién era el asesino y toda su psicología e intenciones. En un párrafo el culpable confiesa y listo, crimen resuelto. Si se hubiera hecho más énfasis en todo el tema sobre los cultos que se mencionan en un momento o la gente “importante” que se junta en reuniones le habría dado una puntuación mayor, porque como mencioné antes, todo lo que tenga que ver con los grupos secretos de la religión al estilo “Eyes Wide Shut” me llama muchísimo la atención. En fin, creo que es una historia que necesita pulirse o tal vez simplemente no fue para mí y para alguna otra persona es buenísima. Si les llama la atención les diría que lo lean porque puede ser que el enfoque que le da les parezca de lo más interesante. |
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