Esta es una segunda parte que tiene como protagonistas a Angela Merkel y su marido, ya jubilados, en un pueblecito en el que, como le ocurre casi siempre a Poirot, se acumulan los muertos. Hay algún personaje nuevo, pero casi todos son conocidos de la entrega anterior. Con la ironía que caracteriza a este escritor, sigo diciendo que Putin es un crack, me he reído mucho con las situaciones. La verdad es que el matrimonio me retransmite mucha ternura, pese a las dudas que puedan encontrar y me dan mucha envidia. El libro es muy recomendable para pasar un buen rato, aunque me gustó más la primera parte, este autor siempre es una apuesta segura. |