La chica que jugaba al ajedrez en Auschwitz

Maria Florkowska sólo tiene 14 años, una niña aún, pero ya colabora con la resistencia polaca como mensajera. Capturada por la Gestapo es enviada a Auschwitz. Allí es su mente analítica y su maestría en el ajedrez lo que le permite sobrevivir día a día. Eso y que incluso en el infierno se encuentran personas que nos marcan por su amabilidad. Y es que en este libro hay un secundario de lujo, el padre Kolbe; un sacerdote católico que fue encerrado en el campo y que murió allí por salvar a otro preso.

Este libro es una lectura maravillosa, con frases contundentes, que transmiten el horror del campo y los sentimientos demudados de la protagonista; frases como:

El final de la partida ha comenzado. Mi ingenio es el rey; el dolor, la reina; la pistola, la torre; y yo soy el peón. Mis piezas están colocadas sobre este tablero de ajedrez inmenso. El peón blanco se enfrenta al rey negro.

La muerte era una agresora constante y familiar, y envenenaba el aire mientras el cielo lloraba copos de ceniza gris, enlutado por cada vida robada.

Mi cuerpo estaba hambriento pero mi alma lo estaba mucho más.

Mi verdadera cárcel era la que constreñía el alma.

He leído mucho sobre el holocausto, pero hacía mucho que un libro ambientado en aquella terrible época no me transmitía el dolor y el horror, también la esperanza oculta, de la forma que lo ha hecho este.

Conocí de la existencia de este libro gracias al sorteo organizado por Laky en su blog Libros Que Hay Que Leer y la editorial Newton Compton. Aunque no me tocó el libro, no pude resistirme a comprarlo y participar en la lectura conjunta organizada junto con el sorteo. En Twitter e Instagram, con el hashtag #lachicaquejugabaalajedrezenAuschwitz podéis encontrar esta lectura conjunta y lo que nos está transmitiendo este increíble libro.