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En este segundo libro nos encontramos a Kestrel en el palacio imperial donde tendrá que aprender a sobrevivir a las intrigas de la corte y a obedecer los mandatos del emperador si es que quiere vivir y protegerse a sí misma y a todo lo que quiere. Pero a Kestrel le gustan los juegos y seguirá jugando hasta encontrarse envuelta en el peligroso juego del espionaje. Kestrel pronto se dará cuenta de que en este juego hay un nuevo adversario, más inteligente y astuto y al que le será muy difícil ocultar todos sus trucos y secretos por lo que tendrá que tener mucho cuidado en quién confiar. Por otro lado Arin está en Herrán quién será responsable de la protección de sus compatriotas y de dirigir un país que a pesar de tener la independencia de Valoria, es asolada por los impuestos y la comida escasea. Con toda está situación la llama de la resistencia y de la desobediencia empezará a crecer en la mente de los herranies un pueblo cansado de las humillaciones y de la servidumbre. Arin desempeñará un papel muy importante e incluso llegará a marcharse de su país en busca de aliados. . Este segundo libro sigue la temática del anterior y la historia se vuelve más adictiva a medida que nos adentramos entre sus páginas. Aparecen nuevos personajes: Tensen el ministro de agricultura de Herrán, Sarsine la prima de Arin, Verex el príncipe de Valoria, Roshar el príncipe dracano, todos estos me han encantado. Sin embargo el emperador y Risha no me han gustado nada y ya no quiero hablar del padre de Kestrel un hombre que valora más al ejército, al imperio que a su propia hija. Kestrel me sigue encantando es súper inteligente y me sorprende el ingenio que demuestra en todo el libro. Arin me sigue enamorando en este libro es un chico que siempre piensa antes en los demás y en su país. El final del libro te deja con ganas de leer el tercero ya que acaba fatal (me refiero a que lo deja todo abierto y pasa algo que quieres leer como continúa si o si). |
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