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Crítica de AGamarra


AGamarra
04 September 2021
"Vuestro perfil no es energía.
Vuestra frente es dolor... Melancolía"

Me enteré de esta obra de teatro del famoso autor de "Cyrano de Bergerac" sabiendo que no fue un éxito ni es tan valorada como la mencionada. Siempre quise leerla y por fin lo hice. Me preguntaba yo antes de leerla ¿qué podría hacer Rostand con un tema del cual no había mucho que explotar y sobre el cual siempre ha habido poca información de la vida del "Aguilucho". Veo que la puesta en escena es encomiable y sus recursos muy buenos aunque algo de exageración hay en sus escenas que la hacen ver no tan natural y llena de encanto como con "Cyrano..."
Esta tragedia que en realidad la leí en español se titula "L'Aiglon" (El aguilucho) y hace referencia al hijo de Napoleón Bonaparte, al cual Víctor Hugo en un poema le puso ese apodo. Los actos llevan títulos y referencias al águila y su estado en cada escena.
Napoleón II conocido por algunos, su nombre real Napoleón Francisco Carlos José, conocido y tratado por todos los personajes en esta pieza de teatro por su título de Duque de Reichstadt. En efecto, el niño del milagro, hijo de Napoleón en su máximo apogeo fue llamado y aclamado en Francia como "E rey de Roma". Luego de la abdicación de Napoleón, María Teresa de Austria ex emperatriz de Francia se lo llevó a su país natal donde estuvo bajo la estricta vigilancia austríaca. Eso es lo que cuenta la historia.
Aquí las acciones empiezan cuando vemos al Duque con toda la formación austríaca. Su madre María Teresa es pintada como una persona superficial, libertina y despreocupada por su hijo. Su abuelo materno el emperador Francisco vela por él pero tiene la tutela omnipresente del Príncipe de Metternich, dueño de la política austríaca y gran controlador de toda Europa. Si no odias a Metternich con esta obra probablemente lo hagas.
En la corte austríaca también están Teresa Lorget, la Archiduquesa (que de hecho debe ser Sofía) y los barones Obenaus y Bombelles.

"Alas me da el amor... La fe... ¡Me espera
mi hermosa capital!
¡ Sol sobre las banderas ! ¡ Multitudes
a mi entrada triunfal
en los Campos Elíseos apiñadas
para verme pasar!
¡ Para aclamarme, para amarme, para
adorarme venís!
¡ Será como besar a Francia entera
el beso de París!"

Desde muy pronto vemos que algunos franceses tienen interés en que el hijo de Napoleón recluido en Viena pueda algún día ser emperador de los franceses y de eso va toda la obra. El Duque tiene continuas inspiraciones y anhelos franceses, siendo ignorante casi de toda la situación real a Francia cuando llega a enterarse renacen en él las ganas de emular a su padre y recordar el pasado glorioso de Francia.
La condesa Camerata, una de sus primas, también tratará de conspirar con él así como muchos otros personajes por lograr su fuga y que cumpla su destino. "El aguilucho" es un personaje poco complejo pero que sí tiene sus buenos momentos de exaltación, de frustración y también de apatía. Esta apatía trata de ser explotada o reafirmada por los "malos" de la obra, Metternich a la cabeza quien lo consideran peligroso para los intereses del gobierno.
Se usa muy bien el recurso del campo de Wagram y las voces sospechosas para realzar la gloria napoleónica y la comparación que hace Rostand sobre la cuna dorada, el inicio de las ilusiones y la popularidad del duque de bebé con el contraste de un vida de poca gloria sin mayor mérito. Definitivamente el clímax del final me parece de lo mejor de la obra. Me gustó aunque no es una extraordinaria tragedia.

"Sin embargo, la Historia
conservará tan sólo la memoria
de mi infancia, feliz en sus albores.
No seré en el recuerdo de las gentes
el Príncipe en deseos abrasado
de triunfar y vivir. ¡ de mis ardientes
ansias nada ha quedado !..."
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