El color del hielo y el sabor de la nieve

Vale, admito que yo tampoco soy ningún santo y que me encanta enfadar a Ivana Brown. Es demasiado fácil y divertido como para no aprovecharlo.

No soy de decir «lo siento» o expresar emociones en voz alta, porque creo que vale más una demostración que una palabra que puede negarse en cualquier momento; las acciones son eternas porque los recuerdos lo son.

―Has hecho que el mundo entero se llene de colores que ni conocía, Ivana…

Nosotros decidimos ponernos de pie cuando nos caemos. Optamos por intentarlo de nuevo y no rendirnos. No hay ninguna fuerza cósmica que elija por ti.

El hielo no me expulsa, no me odia. Puedo sentirlo. Me acepta como llevo tiempo queriendo que lo haga, como yo lo he aceptado siempre, como una parte esencial de mí y sin la cual no me sentía completa.

Solo yo puedo darme el valor que necesito para afrontar los retos que se me presenten y estoy cansada de llorar cada vez que algo no sale como quiero. Es el momento de luchar.

Llena el hielo de colores como solo la verdadera reina del hielo sabe. Muéstrate.

Solo yo puedo darme el valor que necesito para afrontar los retos que se me presenten y estoy cansada de llorar cada vez que algo no sale como quiero. Es el momento de luchar.

―Porque eres distinta. Cada experiencia que vivimos nos cambia. Solo tenemos que decidir si para bien o para mal.

―¿Me lo prohíbes? ―Asiento con la cabeza, convencido―. ¿Y se puede saber quién eres tú para prohibirme nada?
―La persona que te va a ayudar a recuperar tus poderes, Elsa.