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Tercera y última parte de la serie Tiempo. ¡Qué bonito escribe Irene! Con una sensibilidad y una madurez que te hace empatizar con los que sienten los personajes, además de siempre mostrarnos romances bonitos, sanos, reales y que no son perfectos porque ninguno de nosotros lo somos Bras es el hermano mayor, un chico que esconde más de lo que nadie sabe y que hay algo de su pasado que le marcó. Él es risueño, le gusta bromear, adora a sus hermanos y padres y su trabajo le gusta mucho. Antía es una chica que no tiene buena relación con su padre, toda su vida ha sido difícil para ella, lo único que quiere es escapar y en otro lugar empezar de cero y donde ser ella y libre. El dolor, la ansiedad y el miedo son sus compañeros de viaje. Ellos dos se conocen de una manera que te saca una sonrisa, aunque entre ellos saltan chispas. Él es el loco que casi la atropella, ella es la chillona que le da un buen rapapolvo a él. Lo que ninguno de los dos espera es que trabajan en el mismo sitio: en el hospital. Ella es pediatra, él es informático. En su día a día se van a ver y compartir momentos, además se conocen los compañeros de trabajo y esto hará que terminen compartiendo muchos momentos que los irán acercando. El romance es lento, tierno, sensible y dulce. Ninguno de los dos está preparado para nada más, sus pasados pesan mucho y tienen que cerrar etapas para poder tener algo entre ellos, se quieren tanto y también que no están dispuestos hacer daño al otro. Veremos a otros personajes anteriores que van a interactuar de manera activa con ellos y les darán eso que ellos necesitan. Enol (suspiros). Una historia que habla de familia, hermanos, sinceridad y amor. Pero también quererse a uno mismo, anteponerse en muchas cosas y que hay que sanar para poder tener otras cosas y que no siempre nos podemos aferrar al pasado porque no nos hace ningún bien. |
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