Cuando el tiempo deja de existir

Es una historia maravillosa donde los personajes te demuestran lo que es amar bonito.
A Bras ya lo conocemos de los otros libros, pero realmente poco sabemos de él. En este libro vamos a conocerlo en profundidad y a quererlo mucho, ya no por como se comporta en el presente, sino por todo lo que sufrió en el pasado y que no sabíamos.
Antía llega nueva como pediatra en el mismo hospital en el que Bras trabaja como informático. Su primera impresión no puede ser peor, pero con el paso de los días y a base de encontronazos en los pasillos se hacen inseparables. Antía tiene un pasado del que está huyendo y al que teme, pero poco a poco y con la compañía de Bras, va dejando lo peor atrás.
A medida que la relación y los sentimientos se van desarrollando entre ellos iremos conociendo sus pasados, sus miedos y sus traumas.
La historia de amor es preciosa, con mucha complicidad y paciencia por parte de ambos personajes. Tiene dos momentos dramáticos, uno es el de Antía, que es bastante sorprendente aunque al mismo tiempo tal y como lo cuenta le quita parte de ese dramatismo. Pero cuando llega al momento de Bras, el drama es casi palpable y bastante fuerte también.
La lectura es rápida y amena, como siempre, los personajes de Irene son puro amor y están llenos de momentos maravillosos. Pero me faltan escenas, más escenas familiares, y algún epílogo extra.
Por todo lo demás la novela es muy bonita y entretenida, donde los sentimientos, el respeto y el amor que sienten el uno por el otro hace que todas las heridas de sus pasados se cierren para poder caminar juntos hacia un futuro sano y feliz.