Perdedores

Me ha mantenido engachada desde el principio con todo lo que se va descubriendo de lo que sucedía en la casa, ya que cada vez que Virtudes cambiaba la versión, más creíble era, y peor era la imagen que se formaba en mi mente de su padre, Vicente Agrelo.

Además, se puede apreciar el punto de vista de los dos abogados, uno con alguna posibilidad de victoria y otro que tiene que defender a alguien bajo el lema "Todos tenemos derecho a una defensa".

Los acusados son la principal razón de que me quedara leyendo sin mirar la hora hasta bien entrada la tarde, Virtudes, una hija que actúa como una madre para sus hermanos y obsesión de su padre en todo lo demás, y Vicente, un ex-militar, cuyo expediente es impecable en su vida laboral y que fuera de él no se pierde un vicio, apuestas, borracheras, mujeres, violencia....

Al principio, colocas en tu mente a Virtudes como la buena y a Vicente como el malo, pero a medida que avanzas y ves que Virtudes cambia un par de veces su testimonio sin consultar con Gaspar, sabes que tiene que haber algo más ahí detrás, y estás deseando que se destape para ver de qué se trata. El por qué de ese secretismo, el por qué no se lo quieren contar a Gaspar, y el por qué Vicente se mantiene en sus trece de no ceder en ningún momento y no tener una coartada y que niegue en todo momento haber hecho todo lo que menciona Virtudes.

Y lo mejor de todo, es que cuando crees conocer a la familia, hay un giro que te hace replantearte quién es bueno, quién es malo y si hay algún inocente en esta historia a parte de los abogados.
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