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Primer libro de la trilogía O'Dwyer. En este libro nos encontramos con 2 líneas temporales. Por un lado nos encontramos en Irlanda en 1263, donde Sorcha, la bruja oscura, se enfrenta a Cabhan. Brujos enfrentados, el bien contra el mal. Una lucha de poderes, en la que Sorcha sabe que no puede salir vencedora. Por eso reparte sus poderes entre sus tres hijos, dando comienzo al legado de los O'Dwyer. Tres, el número mágico, que se repetirá a lo largo de los siglos en sus descendientes, porque generación tras generación, tres serán los que portarán los dones y poderes hasta que lleguen los elegidos, destinados a continuar con la batalla contra el mal. Por otra parte, tenemos a Iona, en la actualidad. Una joven que decide dejar su país para viajar a Irlanda, la cuna de sus orígenes, necesita conocer el lugar de sus ancestros y encontrarse a sí misma. Lleva una pesada mochila repleta de indiferencia y desaprobación y desea más que cualquier otra cosa, sentir que pertenece a un lugar y que su vida tiene sentido. En el viaje conocerá a sus primos Connor y Branna y sin saberlo, pondrá en marcha de nuevo los engranajes para continuar con la lucha de los O'Dwyer contra Cabhan. Al ser el primer libro de la trilogía y adentrarnos en las dos líneas temporales y todos los protagonistas implicados, hay momentos de la lectura que pueden parecer más densos o lentos, pero he disfrutado de la lectura de principio a fin. Debo decir, por ponerle un pero, que al igual que ocurre con la romántica, esta autora mejora con los años también en fantasía. Una novela llena de magia, de misterio, con espacio para el amor, que hará las delicias de los amantes del género. |
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