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El 16 de julio de 1990, Liliana Ribera Garza, fue víctima de un feminicidio. El presunto asesino huyó. Y familia se silenció, para evitar la culpabilización de Liliana y la suya propia. Ahora su hermana alza la voz para devolver a Liliana su sitio. Liliana era una joven estudiante de arquitectura, divertida, inteligente, creativa e independiente, que desprendía amor por su familia y amigos, con una personalidad muy libre y muchas ganas de vivir. Conocemos los últimos años de la vida de Liliana así como el proceso de investigación de su hermana para componer la historia de modo cronológico con el colage de recuerdos, cartas, anotaciones en cuadernos, conversaciones con los que fueron sus amigos, recortes de prensa o la documentación sobre la investigación oficial del caso. Es una crónica, una investigación, un relato, un homenaje, una denuncia por la violencia que sufre la mujer en México y un grito de dolor por la injusticia cometida contra Liliana. Una lectura desgarradora, no solo por los hechos, si no porque Cristina te hace partícipe de lo que pesa seguir viviendo para esta familia, para quienes el dolor no ha disminuido de intensidad con el paso de los años. Cristina pone el foco en que no tuvieron a su disposición un lenguaje que permitiera identificar las señales de peligro, porque Liliana lo vio venir, intento zafarse, pero no lo consiguió sola y nadie de su entorno supo identificar lo que ocurría, a pesar de ver las señales. Es necesario poner nombre y poder identificar la violencia, pero esto es tarea de todos. Necesitamos poder verbalizar cuando ocurre y saber que nos van a creer, que no nos van a juzgar, que no somos culpables y que nadie va a mirar hacia otro lado cuando lo contemos. Duele por todas las Lilianas 💔 |
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