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Hay un momento en esta novela en el que una joven, que está leyendo sentada en un banco, dice que no le importaría vivir durante un rato en esa historia en la que está inmersa. Esa misma sensación tuve leyendo esta novela, porque hay en ella algo muy especial, una capacidad para hacerte sentir tan cómodo dentro de sus páginas que no quieres salir de ellas. Debe ser un don de Laura, porque ya me ocurrió con 'Amapolas en octubre', y con este 'El sonido de un tren en la noche' queda demostrado que no solo hace de su librería un hogar, sino también de sus novelas. El lector va a vivir en sus páginas un viaje físico y, sobre todo, emocional del que no va a salir indemne, porque se va a encontrar con lugares maravillosos y con unos personajes, mosaicos hechos con un buen puñado de teselas, de los que no podrá desprenderse una vez termine el libro (sí, Clementina, Sophie, Dolly, Maggie y el resto están aquí, acompañándome mientras escribo esto, infundiéndome valentía), empezando por la propia Clementina, que huye a Estados Unidos, poniendo un océano de por medio para que los fantasmas no la alcancen. Pero un olor, un sonido o una visión nos llevan, con la misma velocidad con la que llega y se va un rayo, a recuerdos del pasado de una vida que ya no puede ser la misma. Y no es fácil dejarlo todo atrás. No quiero contaros mucho más de la trama, pero sí hablaros de la magia de esta novela llena de silencios, de melancolía y de mucha valentía. Tiene una construcción narrativa inteligente y desprende un aroma americano embriagador. Una ficción en la que no faltan referencias literarias y artísticas, cargada de sentimientos, que son la base de todo, la esencia, que mueven y hacen desafiar a un destino que truca la ruleta para que no salga el número en el que lo hemos apostado todo. Una novela que se bebe como una taza de chocolate caliente en un día de invierno o como una copa de vino frío en una noche de verano. Una maravilla. Enlace: https://www.instagram.com/p/.. |
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