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Crítica de miguaran


miguaran
29 October 2022
De todos los libros de relatos que he leído hasta ahora de Piglia, éste es el que más me gustó, lo que se nota en la puntuación. Una interesante visita al género policial, en estos doce relatos el comisario Croce es llamado para resolver todo tipo de crímenes: algunos ocurrieron en el pasado lejano, otros en el presente por motivos mundanos como dinero, celos, política, y los resuelve apelando al ingenio y al sentido común. Uno de los relatos incluye un evidente homenaje a Borges. Croce merece formar parte del panteón de los grandes detectives de la literatura policial, junto a Sherlock Holmes, Hércules Poirot y tantos otros. Es un investigador criollo, moldeado por la época y lugar en el que le tocó vivir.

Saber que Piglia escribió estos relatos ayudado por un programa de computadora, cuando la enfermedad que lo devoraba, la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), estaba muy avanzada, le agrega una nota de emoción que como escritor y lector que soy, me atrapa. Sabía que estaba muriendo, que su cuerpo lo traicionaba, que no le quedaba mucho tiempo, pero que tenía que seguir creando, volcando su creatividad en palabras (y vaya si salieron hermosas palabras).

En una nota aparte, que no está relacionada con la calidad literaria de los relatos (la nota habla por si misma), cabe comentar que Piglia, por su historia personal y por sus dotes de escritores, fue un autor muy importante de la tradición peronista. Naturalmente, todos los escritores pueden tener y a menudo tienen simpatías políticas, y no se les puede exigir que no sean subjetivos en lo que escriben. al fin y al cabo, ¿No somos todos subjetivos?

Pero sí creo que Piglia pecó de falta de equilibrio en sus relatos. Perón y Evita son presencias constantes en la obra, al igual que sus partidarios pero Piglia jamás mencionó, ni siquiera de pasada, los aspectos más oscuros del gobierno de Perón. Tampoco mencionó los grupos sociales perseguidos por Perón en su primera década en el poder: los estudiantes universitarios, los socialistas, los obreros que no querían afiliarse a los sindicatos del Estado, la oposición, la clase media, los comunistas. Croce es un comisario peronista (a tal punto llega su militancia, que confiesa que encubrió el asesinato de una joven inocente solo porque los asesinos eran peronistas), y después forma parte de la Resistencia Peronista y tiene que vivir prófugo para exiliarse luego del golpe. Pero si hubo grupos sociales que se opusieron a Perón, no lo hicieron porque fueran oligarcas malvados, como él siempre afirmó: lo hicieron porque les disgustaba la tendencia de Perón a justificar el uso de la violencia (en 1955 prometió matar a cinco opositores por cada peronista muerto), su culto a la personalidad (todas las calles, avenidas y monumentos habían sido renombrados en su honor y en el de Evita), su simpatía por el nazismo (albergó a numerosos criminales nazis en la Argentina), su pretensión de eternizarse en el poder, y su amistad con todos los dictadores de la época (después de ser derrocado, se refugió en Paraguay, gobernado por el general Stroessner, luego viajó a la República Dominicana, bajo control de Trujillo, para finalmente recalar en España bajo la protección de Franco).

Caído Perón, el anti-peronismo pretendió borrar de un plumazo la existencia del peronismo, y eso solo llevó a luchas sangrientas y en última instancia, inútiles. Las antinomias son tóxicas para la vida de un país.
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