Temblor

¿Conocéis esa sensación de cuando estáis comiendo una bolsa de aperitivos, que no están mal pero tampoco os gustan tanto, y no podéis parar de comer? Pues es lo que me ha pasado con este libro.

La historia no está mal, pero tampoco es la repera. Tiene ritmo a ratos, pero también resulta cansino. Pero no podía parar de leer, me tenía atrapada deseando terminar ya, resolver el caso ya. Raro, raro, raro (aquí poned el tono de Julio Iglesias Senior).

La historia comienza con una reunión de antiguos amigos en una estación de esquí cerrada en los Alpes franceses. Llevan años sin hablarse ni contactar entre ellos, pero un misterioso correo electrónico les ha reunido allí. Aislados sin contacto con el exterior, no les queda más remedio que recordar aquello que todos quieren olvidar.

El libro está escrito de forma que alterna escenas en el presente y el pasado, con la protagonista como narradora principal. Aunque tanto cambio en la línea temporal llega a hartar, resulta cansino, porque parece que no avanzas en la trama. Es la típica escena en la que llegas al punto álgido de la narración y de repente salta el narrador "eso me recuerda...." y se va por los cerros de Úbeda; algo así.