El chico de la ventana del baño

Clara y Thiago son dos jóvenes de veintiocho años que viven independientes en sus respectivos pisos y que sus baños están conectados a través de las ventanas de estos. Un buen día un pequeño accidente doméstico da pie a que comiencen una conversación y de esta forma lleguen a conocerse, tengan sus más y sus menos y al final se hagan amigos con una particularidad. Todo a través de sus breves charlas mientras se duchan porque ellos no se conocen en persona.

Una historia bonita que demuestra que la amistad puede surgir en cualquier lugar y de la forma más rocambolesca que podamos imaginar. Una amistad que de momento solo puede llegar a eso porque nuestros dos protagonistas tienen pareja aunque en el caso de Clara, su novio de ocho años, es un auténtico patán y en el de Thiago, una chica que no se implica todo lo que debiera en su relación.

Blanco y en botella, esta historia está encaminada a que nuestra pareja de vecinos terminen enamorándose pero como en toda comedia romántica el destino no se lo pondrá fácil y su camino no será precisamente de rosas. Mientras esperamos que todo llegue a buen puerto, la trama nos va a deparar varios temas que le darán picante a la narración como es la relación de parejas, el maltrato, la amistad, el perdón y sobre todo el amor puro y verdadero.

Os mentiría si os digo que no me lo he pasado bien leyendo esta historia que me ha hecho reír en más de una ocasión con las situaciones cómicas a la que la autora somete a Clara y a Thiago, los giros que le da a la trama, los momentos románticos y las situaciones que llevan al lector a las pequeñas reflexiones que de su lectura se pueden sacar.


Es una novela corta que no llega a las doscientas páginas pero que está muy bien condensada y donde ocurre de todo y se lee de forma ágil y casi del tirón. Desde luego está llena de clichés pero el escenario que nos presenta a la autora me ha parecido muy original y por eso creo que merece la pena darle una oportunidad si te gustan este tipo de lecturas y creo que es apuesta segura.

Los personajes protagonistas resuman algodón de azúcar, no son unos buenazos sino lo siguiente, pero uno cuando entra de lleno en la lectura ya está dispuesto a coger el empacho de su vida y lo hace con todo el consentimiento de lo que vamos a encontrarnos. Hay veces que a la vida nos gusta verla con los filtros que ciertas lecturas nos regalan y eso no es malo ni de cuento de hadas, simplemente nos deja claro que otra vida es posible y para que todo salga bien solo es necesario dos personas que a pesar de los contratiempos están dispuestas a querer entenderse.

A pesar de que todo es bastante predecible la novela nos esconde algunas sorpresas que harán que sus giros nos convenzan de que sus protagonistas no las tienen todas consigo a la hora del final esperado. Si has llegado hasta aquí sin lugar a dudas estoy convencido de que esta obra se merece una oportunidad.

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