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Leer El chico del Ukelele es pasear por un viaje lleno de anécdotas, historias que forman parte de la vida del autor, en las que vamos conociendo esa parte de sí mismo que plasma con sus vivencias. Pone su corazón en cada relato de esos momentos que han sido claves en su vida. Percibimos el miedo a pasar desapercibido, a no ser suficiente y vislumbramos una inseguridad que lo ha acompañado siempre. Sin embargo, también podemos percibir pequeños atisbos de momentos en los que se ha sentido él mismo, en los que la música estaba presente y su ukelele lo acompañaba. Conocemos, además, lo especial que es, para él, el día de su cumpleaños y cómo la primera vez que le hicieron una fiesta sorpresa dejó de sentirse transparente o invisible. Vemos cómo fue su adolescencia, las razones por las que se escondía en los baños durante los recreos y cómo convertirse en monitor de campamento y ser responsable de un grupo de niños le apasionó. Con todas las anécdotas que nos cuenta, es muy fácil ponerse en su piel y entender sus reacciones, sus miedos y todo aquello que lo atormenta, además de todo aquello que ha ido consiguiendo: el valor de sus años universitarios, del amor, de la amistad y de los vínculos familiares. Me quedo con una enseñanza clara: Lo importante que es luchar por conseguir aquello que deseas, seguir tu pasión, empaparte del atrevimiento para hacer realidad tus ilusiones. Una novela íntima, sincera, llena de sentimientos que van directos al corazón del lector. La recomiendo sin ninguna duda. David consigue llevarte de la mano y vivir sus relatos como si fueras ese amigo que lo acompaña. |
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