Alma

Alma, horizonte conocido
Después de la desaparición de su hermano Tom, lo que más le gustaría a Lor es regresar a su pueblo natal, Alma, para continuar la investigación que no dio con su paradero. En estos tres años ha sido un tema que no ha podido mencionar a su madre, a pesar de que su tía May ha intentado por todos los medios que Lor volviera a su hogar. Sin embargo, inesperadamente, cede y Lor aprenderá que las leyendas de Alma y su familia son más reales de lo que jamás pudo imaginar.
Con esta desaparición e investigación por parte de nuestra protagonista, comienza una historia que en sus primeros pasos nos llevara a adentrarnos en un mundo que, tras lo que tiene del nuestro, esconde un potencial mucho más grande. Poco a poco, Irene nos va enseñando cómo la historia va más allá de la desaparición de Tom y nos vamos dando cuenta de que los secretos de la familia Blake y el pueblo de Alma pueden ser la clave para entenderla. Los misterios de la ciudad y sus gentes nos acompañarán en estos primeros pasos, convirtiendo la cuestión de la verdad y del conocerse a sí mismo en los temas principales de la novela.
El tempo como clave
Así, encontraremos que la novela se puede dividir más o menos en dos partes de la misma extensión, la primera más centrada en la ambientación y en los primeros pasos de la investigación de Lor y los Tyler, amigos de su hermano en el pueblo; y una segunda donde será Lor la que tenga el peso, al descubrir cada vez más la relación de su familia con el pueblo.
En este sentido, es cierto que la novela me ha creado una sensación de altibajos con el ritmo. La parte inicial del libro tiene capítulos que, a mi parecer, son excesivamente largos. Es cierto que puede deberse a que están destinados a la ambientación y ubicación tanto de los personajes como del lector, pero también es verdad que ralentizan la narración inicial. Creo que justo ese es el momento en el que hay que enganchar al lector y no saturarlo, pero creo que esto también va en los gustos de quien lee.
De todos modos, es cierto que al principio del libro hay un toque de inquietud, de no saber qué pasa que te pica, pero no terminaba de provocarme ese enganche que te invita a no parar de leer. Sin embargo, hacia la mitad de la novela sucede un hecho que te provoca un «¿qué narices?» que hace que pases las páginas sin parar. Ha sido a partir de este punto donde me he enganchado, donde he podido absorber todos los puntos interesantes y lanzarme hacia el final.
Mirando por la ventana
Lo cierto es que si nos aventuramos a un porqué más profundo en la cuestión de la ralentización creo que podemos achacarlo a la protagonista. No diré que esté mal construida porque sería mentira, pero es cierto que no he podido empatizar con ella mucho.
Lor, a pesar de que se nos presenta como víctima y lo es, tiene unos primeros pasos un poco histéricos. Es cierto que no entiende nada de lo que le sucede a su alrededor y eso es desesperante, cosa en la que la acompaña el lector, ambos queremos saber más; pero me ha dado la sensación de que tiene una capacidad comprensión cero. de hecho, eso va en detrimento de la propia investigación porque el personaje está tan sobrepasado que hace que detalles que pueden ser importantes queden en el aire, tanto para ella como para el lector que sigue sus quejas y sus huidas.
Sin embargo, como decíamos más arriba, esta actitud va cambiando poco a poco. Es cierto que no he terminado de congraciarme con ella, pero a medida que se va serenando, consigue descubrir cosas y por tanto avanza la acción. En esto tiene algo que ver la aparición de un personaje (que no puedo decir), pero que agradezco profundamente que Irene lo haya tratado bien y no como suele pasar en otras novelas. El chascarrillo cómico aquí se incorpora a la trama haciendo que Lor tenga un mundo total y no dividido en dos, no encontraremos las leyendas y la vida mundana separadas, lo que hace que la protagonista sea un personaje mucho más redondo.
El resto de personajes de la novela, sin embargo, me han encantado y no les puedo sacar ningún pero, así que no quiero que entendáis mi conflicto con Lor como algo negativo, sino como algo que me ha pasado en mi lectura y ha hecho que la disfrute menos.
Un trasfondo único
Sin embargo, a pesar de estos peros que me han surgido en la lectura, la novela me ha gustado porque tiene una ambientación y un trasfondo de una imaginación desbordante. La localización inicial es Texas y esto le ha venido estupendamente a la novela, ya que le ha dado un toque superfluo que la autora va destruyendo magistralmente página tras página. En ella ha sabido incorporar la parte fantástica de manera muy orgánica. El mundo de Alma es un mundo que comprendes y en el que te sientes cómodo andando por él (excepto cuando no hay que sentirse cómodos, claro).
Además, ese trasfondo del que hablamos está muy bien configurado: los secretos, su relación con el pueblo, con el entorno, cómo afectan a los diferentes personajes y el porqué final son geniales. Lo cierto es que más historias, sean de Lor o de otros personajes, en el mundo de Alma serían increíbles.
Caracteres y puntos
A esta ambientación y esos personajes (exceptuando para mí Lor) que ha conseguido hacer tan completos, debemos añadir que el estilo de la autora es muy fluido y llevadero. La autora sabe cómo mantener el tono en las conversaciones y qué puntos clave son los que llevan a la tensión narrativa.
Sin embargo, en esta idea de estilo sí cabe advertir que la edición tiene errores ortotipográficos severos, pero estos ya están en conocimiento de la autora y seguro que en nada se subsanan.
Más allá de los tecnicismos y mis pareceres, el mundo de Alma y su trasfondo son únicos y creo que muy originales. En este sentido Irene ha configurado una fantasía contemporánea muy lograda que une elementos diferentes, pero que los cohesiona muy muy bien. Esa magia y esa ambientación han sido las que me han encantado y por lo que os recomiendo que leáis la novela. Espero que os guste.

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