Aquí una servidora comenzó la lectura sin recordar que se trataba de una obra de teatro, y diré de nuevo: el teatro hay que verlo, no leerlo. La experiencia pierde la gracia porque solo se está experimentando la mitad de lo que el autor pretende conseguir. Valle-Inclán satiriza, caricaturiza y exagera a todos los personajes. Desde el principio las conversaciones son tan absurdas como se espera. La obra está llena de una crítica mordaz tanto a la sociedad española como a la política, crítica que sería aplicable a día de hoy. Sin embargo, hay que conocer mucho la época y el contexto para entenderlo en su totalidad, y yo no soy ninguna experta precisamente. Es un libro entretenido y me ha sacado alguna sonrisa, pero no diría que me haya gustado. Por suerte es una lectura muy ligera. Saludos ;) |