Me gusta pensar cómo empieza la relación que tenemos con los libros. Para el escritor, seguramente, todo empieza con una idea, con un folio o una pantalla en blanco. Para las lectoras, todo es más sencillo: atisbar las portadas en las estanterías de una librería, ojear la sinopsis y elegir. Optamos por una parte de ese escritor, sabiendo que surtirá en nosotras un efecto, una transformación, un cambio.
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