—Siempre nos dejas mal. —Ya estabais mal antes de que os conociera. |
—Siempre nos dejas mal. —Ya estabais mal antes de que os conociera. |
—Me has roto la muñeca, bastardo. —Si me lo pides por favor, te rompo la otra. |
—Hasta un niño feo y deforme puede mirar el mundo desde arriba si va a lomos de un dragón.
|
—Mi mejor arma está en el cerebro. Mi hermano tiene su espada, el rey Robert tiene su maza, y yo tengo mi mente... Pero una mente necesita de los libros igual que una espada de una piedra de amolar, para conservar el filo. Por eso leo tanto, Jon Nieve
|
—¡Enviaré un perro para matar a otro perro! Son una auténtica plaga en Invernalia, los Stark no lo notarán si les falta uno. —Lamento no estar de acuerdo, sobrino. Los Stark saben contar hasta seis, a diferencia de algunos príncipes que conozco. |
—Permite que te dé un consejo, bastardo. Nunca olvides qué eres, porque, desde luego, el mundo no lo va a olvidar. Conviértelo en tu mejor arma, así nunca será tu punto débil. Úsalo como armadura y nadie podrá utilizarlo para herirte.
|
—¿Te he ofendido? Lo siento. Los enanos no necesitamos tener tacto. Generaciones de bufones con trajes de colorines me dan derecho a vestir mal y a decir todo lo que se me pase por la cabeza. Pero eres el bastardo.
|
—Supongo que te preguntarás por qué he venido a Invernalia después de tanto tiempo. —Sin duda por el placer que te produce estar conmigo. |
—Por cierto, si me sigues tratando con tanta formalidad, haré que te corten la cabeza y la claven en una pica. Entre nosotros hay mucho más que esas tonterías.
|
—¡Ned! ¡Cómo me alegro de verte! ¡Sigues igual, no sonríes ni aunque te maten!
|
¿En qué año se publica el primer tomo de esta saga?