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Una de las narradoras es Astrid, una escritora que vive sola en el pequeño pueblo de Sabina, su objetivo es acabar “La reina muda”, novela en la que está trabajando. Es perseguida por sus miedos e inseguridad, además de no sentir que encaja en ningún lugar. Por otro lado, tenemos a Martina, que después de una fiesta para su novio algo no sale bien y decide huir a ese pueblito. Destrozada, coincidirá con Astrid, que sin dudar la acoge en su casa sin hacer ninguna pregunta, pese a sospechar lo que ha podido ocurrir. Juntas lograrán ese apoyo que tanto echan en falta, curar ese dolor que llevan encima y lo más importante: se creen y se apoyan, a pesar de ser conscientes de que a la sociedad le queda un gran camino por avanzar. La historia de Martina se nos contará de distintas formas: en ocasiones ella misma se convierte en narradora por lo que veremos una mayor profundidad, en otras tendremos capítulos en tercera persona encabezados por horas que nos narran la noche que ha vivido y, por último, a través de los ojos de Astrid. Esta será la narradora principal y ver a través de sus ojos es excepcional. También, hay simbología y reivindicación. Por ejemplo, la noche de la fiesta en la que la vida de Martina cambiar, resulta ser la del atentado de París, de la sala Bataclán, la autora lo usa para reforzar esa idea de que hay cosas que nos hacen cambiar de un momento a otro, sin poder controlarlo. Realmente, la trama es esa: la superación de sus propios demonios. En ocasiones puede resultar un poco lenta por este motivo, pero su lectura es rápida porque la pluma de Alba es impecable. Habla sin rodeos sobre el tema y al mismo tiempo lo rodea de esperanza. Una novela con un mensaje claro: juntas somos mucho más fuertes; y que nos hace reflexionar con su lectura. |
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