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Este libro me ha dejado con el regusto agridulce de ser uno de los más flojos de la autora que he leído hasta la fecha. Y el motivo principal han sido los personajes. En todo momento he tenido la sensación de que a la pareja le faltaba química y que también faltaba algo de la chispa habitual de Julia Quinn, sobre todo en los diálogos. Una cosa que sí aprecio es que los personajes son algo diferentes a lo habitual. Se conocen cuando él, Jack, asalta el carruaje en el que Grace viaja con la anciana duquesa viuda para la que trabaja de dama de compañía. Así que tenemos a una sirviente, porque aunque sea de alto copete y tenga una vida bastante cómoda si la comparamos con otras criadas, no deja de ser una asalariada. Así que un ladrón que podría ser un duque (o no) y una dama de compañía. El enfoque me parecía interesante, pero lo cierto es que no he llegado a conectar demasiado con los personajes. Se supone que Jack es encantador y gracioso, pero a mí me ha parecido un poco fantasma. Y Grace, bueno, la compadezco por tener que trabajar para semejante bruja inhumana, pero poco más me ha hecho sentir. Respecto a todo el tema de la crisis de identidad alrededor de quién es el duque, es bastante interesante, porque no solo afecta a Jack, si no también a su relación con Grace (si es el duque, no podría estar con una dama de compañía), pero también a Thomas, que es quien actualmente ostenta el título y a su prometida, que ahora no sabe si será la futura duquesa o no. La verdad es que me habría gustado ver la perspectiva de estos dos últimos en este libro también en vez de tener que esperar al segundo. La verdad es que creo que eso habría hecho la historia más redonda. Como siempre, se lee rápido gracias a la pluma ligera y dinámica de la autora, aunque en esta ocasión no me ha enganchado tanto ni me invitaba a pasarme todo el rato leyendo, como es el caso con otros libros suyos. Aunque siento mucha curiosidad por el segundo y por los personajes en los que se centrará, Thomas y Amelia. |
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