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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
28 November 2017
Mujeres excelentes... creo que son ¿diez? las ocasiones en las que se hace mención al título a lo largo de la novela (intentaba contarlas, pero estaba tan embebida en la historia que lo mismo alguna se me pasó), y siempre para definir a un tipo de mujer muy concreto ateniéndonos a la época en la que fue escrito: mujeres prácticas, resolutivas, eficientes, que siempre saben lo que hay que hacer, que se conducen por la vida del modo correcto, que nunca dicen nada inapropiado, que se puede confiar en ellas y siempre están ahí como hombro sobre el que llorar... Mujeres de lo más excelentes. Y que nunca se casan, dicho sea de paso. Y en un sentido positivo, no negativo, como bien se apostilla en la historia en alguna ocasión.

Londres, años 50. Mildred Lathbury es una solterona que acaba de rebasar los treinta, que no tiene familia ni pretendiente conocido a la vista y que es de lo más feliz viviendo sola. Nos cuenta su historia en primera persona, y aunque se considera "más bien apocada y feúcha", desde el primer momento ya nos advierte que ella no es ninguna Jane Eyre que venga a dar esperanzas de nada a las mujeres feas que la lean. Primera sonrisa. Divide su tiempo entre su trabajo, su colaboración en la obra social de la iglesia a la que pertenece, la comida anual con el hermano de su mejor amiga Dora y sus veladas con el pastor de la iglesia, Julian, y su hermana Winifred. Una vida tranquila, socialmente limitada... hasta que llegan nuevos vecinos a su edificio. Helena Napier, antropóloga, desordenada, horrenda ama de casa y muy guapa, se muda junto a su marido, el soldado Rockingham "Rocky" Napier, también guapísimo, divertido, superficial y tan encantador que todas las mujeres caen rendidas a sus pies.

Este matrimonio pondrá patas arriba el mundo de Mildred al verse involucrada en sus caóticas vidas sin comerlo ni beberlo. Surge la amistad, el aparecer y desaparecer en casas de unos y otros, se ve incrementada su vida social, se erige en guardiana de sus secretos, asiste a conferencias... También conoce a Everard Bone, estirado y parco en palabras, que aunque saca lo peor de ella le hace sonreír cuando recuerda experiencias compartidas... y surge lo más inesperado: comienza a sentir mariposas en el estómago cada vez que Rocky aparece ante su puerta. Su otra faceta social, la que concierne a la iglesia y su amistad con el padre Julian y su hermana, también sufre un vuelco al surgir algún que otro cambio bastante imprevisto que altera el funcionamiento normal y rutinario de esta pequeña comunidad.

Y así avanza Mildred a través de las páginas, como mujer excelente que es, soportando pacientemente cargas ajenas, abrumada ante el cambio que ha sufrido su vida, con una taza de té siempre a punto y la puerta abierta a quien quiera acudir a saborearla. Todas las ocasiones especiales, todas las situaciones dramáticas, se celebran o tienen mejor pinta con una taza de té en la mano. Tal y como la propia Mildred dice, "las personas como nosotros teníamos que recurrir a la tetera, y pensé que no es poco mérito hacer las cosas como las hacíamos con una bebida estimulante tan inofensiva".

Barbara Pym se me ha revelado como una autora muy inteligente, de esas que cogían cosas normales de la rutina del día a día, de la vida social común y ordinaria, tanto posiblemente de ella como de las personas que le rodeaban, amistades, vecinos... y hacía de ellas cosas dignas de mención, creaba con ellas historias sugestivas y cautivadoras, hacía brillar lo corriente. Cuando, junto con Elizabeth Taylor, la llaman la Jane Austen del siglo XX, no sé a qué se refieren los demás, pero si me preguntasen a mí diría que precisamente lo es por tratarse de una perfecta retratista de su época, con una visión aguda, irónica y penetrante del mundo que le rodeaba. Parece que te está contando la vida cotidiana de sus vecinos, el devenir normal de su barrio, y a ti todo te parece fascinante y entretenidísimo.

Y al hilo de Jane, sé que me vais a decir que la fiebre austenita se ha apoderado de mí, que mi silloncito en Netherfield me tiene comida la poca sesera que tengo, y soy consciente de que hay que cruzar océanos de tiempo para hacer esta comparación (premio a quien pille el homenaje cinéfilo), pero... ¿soy la única que ha visto un poco de Darcy en Everard, un poco de Wickham en Rocky, un poco bastante de Orgullo y Prejuicio en el desarrollo de la relación entre Mildred y estos dos personajes? Obviamente no son similitudes exactas ni los comportamientos de los personajes son los mismos; está escrito 150 años después en una sociedad distinta y no es la historia de Jane Austen per se ni muchísimo menos, pero la base, la base de este triángulo, los caracteres de los dos hombres, cómo va calando cada uno de ellos en Mildred... Yo estoy empeñadísima en que Barbara Pym hizo en esta novela su muy particular homenaje a O&P. Decidme que tengo mucha imaginación. Tendréis seguramente toda la razón. ¿Y lo feliz que soy yo fantaseando? :)

Por si no ha quedado claro por aquí arriba, que he disfrutado muchísimo del libro, que se lee en un periquete, y que hay que leer y conocer a Barbara Pym, sí o sí. Qué alegrón que la editorial Gatopardo se haya decidido a recuperarla después del fugaz intento de Lumen hace unos años. al hilo de esto, la próxima publicación de esta autora por parte de la editorial está al caer: dentro de una semana sale Amor no correspondido. ¿Tendremos más mujeres excelentes, más ironía british y muchas, muchas tazas de té? Yo estoy deseando averiguarlo, porque promete que sí :)
Enlace: http://inquilinasnetherfield..
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