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Siempre he dicho (y sigo diciendo) que para leer poesía hay que estar en el humor adecuado; y, con este libro, yo no he estado con el mejor humor posible, pero sí lo suficientemente cercano como para haberlo disfrutado. Leyendo las páginas del libro, avanzando y cambiando de barco al ritmo que marca la autora puedes ver el dolor que reflejan sus palabras en algunos escritos. Pero en otros, puedes ver la esperanza, la fuerza, el 'hasta aquí', cómo se da cuenta de las cosas que le rodea que no quiere mantener y cómo se esfuerza por salir de ahí, por echarlas de su vida y seguir hacia delante sin ningún peso muerto que lastre su camino. La lectura se hace muy rápida y amena, tanto por el estilo de la escritura como por la longitud del libro en sí. |
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