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Magnífico culebrón. Novela histórica rusa que tiene de todo. Cosacos, húsares, rebeldes, héroes honestos, malvados abyectos, una diosa universal -hay versión con Silvana Mangano-, mucho vodka, tiros, cabezas cortadas y, como si fuera poco, hasta la mismísima emperatriz en un happy ending hollywoodense insuperable. Griniov es el héroe romántico en su más barroca expresión. Cuanto más imperial, el romanticismo se vuelve más radical. Hay una extraña dialéctica entre lo individual y lo colectivo, entre el exaltado y el conformista. Tiene un retorcido sentido trágico. Es tremenda la voz narrativa de Pushkin. Algo teatral. Implacable en cada frase.
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