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Hace siglos vi la película basada en este libro, pero lo único que recuerdo es que en ella actuaba un joven Raúl Juliá, el querido padre de la familia Addams. Aunque no recordaba nada dejé reposar esta historia durante mucho tiempo y hace poco decidí que ya era hora de agarrar el libro y meterme de lleno en sus páginas. Diálogos, narraciones de películas, una estructura diferente para contarnos la historia de dos hombres, dos almas de distinta naturaleza, que comparten celda en una cárcel argentina. No necesitaremos descripciones planas y masticadas para ir descubriendo quiénes son, por qué están allí, qué los mueve y qué los unirá. La forma en la que Manuel Puig construye esta narración me parece todo un acierto: invita al lector a sumergirse en esta historia desde otro enfoque narrativo. Entrar en este libro es como mirar a través de una mirilla. Esa fue una sensación recurrente durante la lectura. Puig logró una gran obra de arquitectura literaria con el diseño de esta novela. He leído historias con estructuras parecidas que en algún momento llegaron a parecerme confusas y densas. Con El beso de la mujer araña no tuve esa sensación, al contrario, me atrajo mucho más la historia precisamente por esa forma tan particular en la que fue creada. Para mí fue un plus, una sorpresa y una motivación para no despegarme de sus páginas. Adoré cada una de las películas que uno de los personajes le cuenta al otro para pasar el rato y no pensar (aunque es inevitable) en las angustias y las penas que les aquejan. Cuando la narración de alguna de las películas se cortaba, seguía leyendo con la esperanza de reencontrarme más adelante con el resto de la trama. Simplemente no podía parar de leer. La historia de dos seres cuyas personalidades son potentes; que se bastan y se sobran para llenarlo todo. A través de la mirilla pude observar sus conversaciones cargadas de movimiento, de gestos, de pequeñas acciones enormemente significativas. Una celda que por momentos parece que contiene todo un universo. Un pequeño espacio que transforma todo a su paso, página a página. Fue muy grato acercarme a Manuel Puig por primera vez gracias a El beso de la mujer araña. Me quedo con cada detalle, con la nostalgia, el dolor, con la compañía de estos personajes tan contradictorios, tan vivos, tan intensos. |
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