Un libro muy emotivo que muestra hasta qué punto los canes son fieles a sus dueños. Su aire de cuento te traslada al Japón de los años veinte y a la tierna infancia de un cachorro akita. Algún día iré a la Estación de Shibuya, lo prometo solemnemente. Gran homenaje a una de las mejores amistades que pueden llegar a tener las personas. |