El clamor de los bosques

Publicada en 2018 con el título original de “The Overstory”, esta novela coral y panteísta, se ha convertido rápidamente en un hito de la literatura más reivindicativa, al margen de haber recibido numerosos premios, destacando entre todos ellos el Pulitzer en 2019. Y a pesar de que a algunos se les puede antojar excesivamente larga, densa y pesada por su larga extensión, “El clamor de los bosques”, del autor norteamericano Richard Powers, es realmente una novela original, fascinante, mágica e intensamente lírica. Cierto que al principio no parece más que una extensa colección de relatos que giran en torno a los árboles, para acabar todos ellos entrelazados, estructurados como si de un árbol se tratara, comenzando por las raíces, para seguir por el tronco, la copa y acabar en las esperanzadoras semillas…
Todos los personajes de la novela, nueve en total, están ligados a un árbol distinto cada uno, destacando entre todos ellos el personaje de Patricia Westerford, también llamada Patty-Planta, inspirado en la vida de la ecologista forestal Suzanne Simard. Patty-Planta es en la novela quien descubre que el comportamiento químico de los árboles rebela que todos ellos forman parte de una comunidad solidaria en perpetua comunicación a través del aire y a través de sus raíces, por las que intercambian constantemente nutrientes y medicinas. “Sus palabras están hechas de lluvia, de aire, de roca machacada y de luz, como todos los seres vivos…” al fin y al cabo, los árboles están ligados por el ADN al hombre y a toda vida animal, en una cuarta parte.
De la misma manera, sus nueve protagonistas se van entrelazando poco a poco, interactuando entre ellos para crear un bosque complejo de historias que tienen como objetivo recordarnos que los árboles son algo más que un recurso o un hermoso complemento del paisaje que nos rodea. Los árboles son la garantía de nuestra supervivencia. Esa es en esencia la tesis que defiende la novela, la tesis de que la deforestación supone un auténtico suicidio a largo plazo para la vida animal, para la vida humana, pues “la vida se recalentará, los mares crecerán. Arrancarán los pulmones del planeta. Y la ley dejará que suceda, porque el daño nunca es lo bastante inminente. Inminente, a la velocidad de la gente, es demasiado tarde. La ley ha de juzgar lo inminente en función de la velocidad de los árboles”.
Pero, ¿cómo luchar contra las potentes fuerzas económicas, los intereses de las élites que solo piensan en el ahora, que mueven el mundo y lo encaminan hacia su autodestrucción?
“El clamor de los árboles” reflexiona acerca de cual es la mejor forma de conseguir el éxito en la lucha medioambiental, que confronta la depredación con la conciencia, el respeto y la solidaridad. “El clamor de los árboles” nos narra la historia de ese enfrentamiento entre la competición y la colaboración, que pasa por el activismo pacífico y el eco-terrorismo de sus protagonistas, hasta llegar a la conclusión de que la confrontación directa no conduce más que al fracaso y se pregunta, ¿solo restan los pequeños actos personales, infravalorados, que pasan desapercibidos y son tachados de ingenuos por la mayoría? Actos acaso como la escritura de historias como éstas, que logren despertar las conciencias. Más y más conciencias que se sumen a más y más pequeños actos individuales…

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